Puede resultar una obviedad, y quizás lo sea, pero no es una tarea fácil encontrar el sitio, el momento, la diana. Acertar con lo que se dice y cómo se dice. Así como no todo vale para cualquier cosa, el contenido audiovisual debe tener una finalidad muy concreta, aunque normalmente no es el fin en sí mismo.
Como creadores de imágenes, nuestro objetivo siempre es el de generar en el observador un estado mental, una conciencia, una emoción, un cierto grado de empatía y reconocimiento. Para generar marca, algo tan de moda hoy, la historia que se cuenta debe ayudar a posicionar esa marca en el recuerdo del espectador lo más cercana posible a su decisión de compra. Y quizás ya no solo basta con posicionar la marca cercana a la intención de consumir, sino hacerlo mucho más sutil y cercano, como casi una persona conocida, que siente de la misma manera que el propio espectador / usuario / cliente.
En una frase que no recuerdo a quién se atribuye, se resume nuestro trabajo con mucha exactitud: “El artista vende lo que pinta mientras que el diseñador pinta lo que vende”. Y aquí estamos nosotros, aprendiendo a pintar contínuamente. Dominando la tecnología, diseñando nuevas estrategias de comunicación y adaptándonos mientras nos adentramos, cada día un poco más, en el futuro.